Soy tonta
Resulta, señor Múgica, que soy tonta. Soy tonta porque, aunque me interesa tanto todo lo que tenga que ver con la estética que incluso estudié Historia del Arte, la de los toros me parece rancia, tirando a cursi y desbordante de una repugnante testosterona.
Soy tonta porque siempre les he oído contar a los campesinos de mi tierra que las vacas mugen desesperadas en el momento en que están sacrificando a sus terneros en el matadero. Porque mi larga convivencia con perros y la observación de otros animales me ha hecho llegar a la conclusión de que los mamíferos tienen sensaciones y hasta sentimientos. Y porque los científicos me han hecho saber que el sistema neurológico de los toros es muy parecido al nuestro y, por lo tanto, padecen el mismo dolor que padecería yo misma de tener que soportar
encierro, acoso, lanzadas, banderillas y estocadas.
Soy tonta porque mi compañero de columna Manuel Saco me ha informado de las muchas barbaridades a las que son sometidos antes de ser empujados a la plaza. Porque me desagrada que cualquier ser vivo tenga que sufrir torturas. Porque me indigna que esas torturas se conviertan en motivo de alegría, jarana, admiraciones y olés. Y porque me preocupa la salud moral de mis congéneres capaces de disfrutar con la agonía de un animal. También soy tonta porque me ofende que a ese horrible espectáculo de dolor y sangre lo llamen fiesta. Y, para colmo, fiesta nacional, como si
los tontos que lo detestamos no fuéramos de aquí.
Y soy tonta, señor Múgica, porque me alegro de que usted, taurino, nos desprecie a nosotros, los antitaurinos, y se permita, desde su alto y noble cargo
institucional, poco menos que negarnos el pan y la sal. Pero me temo que los tontos somos cada vez más. ¡Vaya país!
Escrito por Àngeles Casco.
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